Parece que el dicho popular de ‘llevarse como el perro y el gato’, ha marcado una gran diferencia en estas mascotas, abocándolas a vivir separadas. Nada más lejos de la realidad, pues si se presta suficiente atención a la adaptación conjunta, no tiene por qué haber problema alguno.
Una crianza conjunta
Lo ideal para conseguir una armonización en el hogar entre estos dos animales, es acoger al perro y gato al mismo tiempo y cuando son todavía unos cachorros. De esta forma, ambos animales conocerán su entorno de forma paralela y adaptarán a él al mismo tiempo que se conocen entre ellos.
Si se emplea esta práctica, no se interfiere en la jerarquía mediante la cual se estructuran los animales y no será imprescindible que exista un periodo de adaptación desde el principio, pues pasarían a formar parte de la vida cotidiana desde el inicio.
Si es imposible criarlos juntos…
Cuando ocurre esto, debemos ser conscientes tanto si es el perro al que adoptamos posteriormente o es el gato, que no tengan antecedentes de agresividad y que pertenezcan a una raza que sea considerada como sociable. Aquí tienes un post en el que hablamos de las diferentes razas de gatos según tus circunstancias en casa.
Luego debemos planificar la adaptación, manteniéndolos en estancias separadas en un principio y dedicándoles tiempo individual a cada uno de ellos. Cuando se acostumbren a la presencia del otro al otro lado de la pared, iremos dando libertad a cada uno.
Sería bueno colocar una especie de barrera entre ambas estancias para que tengan oportunidad de olerse y acostumbrarse el uno al otro. Después se debe pasar a abrir las estancias, siempre con vigilancia por parte nuestra y censurando aquellos comportamientos que consideremos agresivos.
Las primeras semanas sería bueno no dejar solos, en el mismo espacio, a nuestro perro y gato y no hacerlo hasta que tengamos seguridad sobre su comportamiento. Recuerda dedicar tiempo para cada uno de ellos y así prevenir posibles celos y comportamientos extraños.